La historia de la música clásica es realmente amplia, y la influencia que esta ha tenido en las interpretaciones actuales es innegable. Lo cierto es que existen multitud de autores que han contribuido en mayor o menor medida, pero hay algunos que realmente merecen un gran reconocimiento por sus creaciones. Entre ellos se encuentra Gustav Mahler, un compositor y director de orquesta austriaco que no fue hasta después de su muerte cuando fue realmente reconocido, algo que él mismo predijo.
Hoy en día es considerado uno de los más grandes compositores de sinfonías de todos los tiempos, con una obra que abarcaría desde la música clásica hasta el romanticismo y el modernismo. Su música es conocida por su intensidad emocional, su complejidad armónica y, también, su uso innovador de elementos populares.
Además, Mahler también fue un gran director de orquesta, dirigiendo algunas tan importantes como la Filarmónica de Viena y la Orquesta del Metropolitan Opera. Su gran habilidad para dirigir y su pasión por la música lo convierten en uno de los más grandes músicos del siglo XIX y principios del siglo XX.
Por ello, hoy os contaremos sobre su historia, su vida y contexto, y especialmente, cuál es el legado que dejó y que tenemos el privilegio de poder escuchar en la actualidad. Una crónica que merece ser explicada para entender mejor qué hay detrás y cuál es el significado de sus obras.
Gustav Mahler: Su peculiaridad en la música clásica
Gustav Mahler nació en Kaliste, antiguamente bajo la administración del Imperio Austriaco, aunque en la actualidad se ubica en República Checa, en 1860. Provenía de una familia de origen humilde, y catalogada dentro de una minoría germanoparlante y judía, algo que realmente le marcó en su composición, ya que vivió con un gran sentimiento de falta de pertenencia.
A una edad temprana comenzó a tocar el piano, y desarrolló tanto esta habilidad que fue considerado como un niño prodigio, dando su primer recital público con tan solo diez años.
Gracias a la prosperidad económica que aconteció en su familia, pudo estudiar y se graduó en el Conservatorio de Viena con tan solo 18 años, y aunque se conservan pocas de sus creaciones de esa época, se salva ‘Cuarteto para piano’, uno de sus primeros intentos serios de composición. Como otros músicos de la época, Mahler estuvo muy influido por Richard Wagner y su sonido.
Tras sus estudios, consiguió ser director de varias orquestas con cada vez más importancia en diversos teatros de ópera de Europa, alcanzando en 1897 la que se consideraba la más importante del momento, la Ópera de la Corte de Viena. A pesar de la hostilidad por parte de la prensa antisemita, obtuvo un gran reconocimiento como director, lo que le llevó a dirigir posteriormente la Metropolitan Opera House y la Orquesta Filarmónica de Nueva York.
Como compositor, se especializó realmente en la forma sinfónica y en el lied, canciones líricas que tienen como letras breves poemas. Aun así, en sus obras se puede apreciar una gran heterogeneidad, ya que incluyó elementos de diferentes procedencias, algo que generó rechazo en la época debido a su complejidad y su dificultad de comprensión.
Esto llevó a que su reconocimiento fuese bastante posterior, algo común también por las circunstancias históricas y sociales de la época. Tan solo al final de la Segunda Guerra Mundial, su música comenzó realmente a interpretarse con más asiduidad.
Sus obras más esenciales
Gustav Mahler fue admirado por los máximos exponentes de la Segunda Escuela de Viena, y es que, por ejemplo, Schönberg arregló algunas de sus obras. Sus creaciones son admiradas por su técnica y estética, además del significado trascendental que hay tras ellas. Os dejamos con las más destacadas, aunque os animamos a seguir conociendo más sobre él y deleitaros con sus genialidades.
Das Lied von der Erde (La canción de la Tierra)
Es un ciclo de canciones en forma de sinfonía, una obra en gran escala para dos solistas vocales y orquesta. Fue compuesta en uno de los momentos más duros para el músico tras la muerte de una de sus hijas, y debido a su situación, decidió no ponerle número, solo nombre.
Sinfonía nº 2 en Do menor, “Resurrección”
Fue compuesta entre 1888 y 1894, aunque el estreno mundial de los tres primeros movimientos de la obra fue en 1895 en Berlín, con la Orquesta Filarmónica de Berlín dirigida por el compositor.
Lieder eines fahrenden Gesellen (Canciones de un compañero errante)
Es formalmente el primer ciclo de canciones del austriaco para voz y piano u orquesta. Este fue inspirado debido a su ruptura con una conocida soprano, y tiene grandes conexiones con su Sinfonía nº1.
Kindertotenlieder (Canciones a los niños muertos)
Es un ciclo de canciones que cuenta con unos veinte minutos de duración y tiene como letras los poemas de Friedrich Rückert.
La Sinfonía nº3: un canto a la naturaleza
La Sinfonía nº3 en re menor es una sinfonía coral de más de una hora y media de duración. Se estrenó en 1902 en Alemania por el compositor, aunque fue escrita en un periodo de unos cuatro años. Este basó la música en un programa como “guía” para el contenido musical y su intención principal fue poner el foco de atención en la naturaleza y las etapas de la Creación.
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